Sinopsis

En este libro se analizan las causas y consecuencias de dos visitas reales a la ciudad de Barcelona.

La protagonizada por Isabel II en 1860, dentro de su gira por Baleares, Cataluña y Aragón, se produce en un momento clave para la ciudad condal, ya que en ese año se aprueba por Real Decreto el plan de ensanche de Ildefonso Cerdá. La presencia de la reina coincide, pues, con el despegue urbanístico de la ciudad, cuya vitalidad social y económica es descrita por el cronista oficial de las jornadas regias, Antonio Flores, de cuyo trabajo reproducimos las partes dedicadas a la estancia en Barcelona.

En 1888 tuvo lugar la inauguración oficial por la reina regente María Cristina y el rey niño Alfonso XIII de la primera exposición universal que se celebró en España. Barcelona acogió el evento como una demostración de su músculo económico: las promesas y primeros avances de 1860 dejaban paso, casi treinta años después, a una realidad de consolidación y riqueza de la ciudad, que supo aprovechar la década dorada de los años de Alfonso XII para demostrar pujanza industrial y artística. El álbum oficial de la exposición que se reproduce en este libro nos permite apreciar la magnitud del esfuerzo de la ciudadanía barcelonesa.